lunes, 16 de marzo de 2009

El Pibe de los Astilleros

Tenés que estar un poquito desubicado si pretendés instalar en mi cabeza la palabra de Dios. No por falta de fé, sino que por el contexto de la situación. O sea, muy lindo tu esperanzador espíritu con folleto adjunto, pero por si no alcanzaste a percibirlo, estamos a metros de un reducto en el cual se desarrollará un recital de Rock. 

Sábado 14 de Marzo, Skay Beilinson y Los Seguidores de la Diosa Kali en el Auditorio Sur de Temperley. 
Así es. Tuve temprano entre mis manos mi boleto y hacia la fila fui. Después del correspondiente cacheo, ingresé para ver en escena a la viola maestra del ex Patricio Rey. Su primera presentación oficial del año, el viernes 13, había contado con una rica selección de temas según se comentaba. Ante semejante data, el infierno prometía estar tan encantador como el día anterior. 
La previa, previsible. Mucho agite con sabor a nostalgia ("sólo te pido que se vuelvan a juntar"), adhesión a la pena de muerte ("que se muera Cerati", "matar a un rati para vengar a Walter"), y un sentimiento que hermanaba al ambiente ("somos todos Redonditos, Redonditos de Ricota"). 
Mientras El Flaco se retrasaba, el público se impacientaba. En esos instantes de incertidumbre se rumoreaba que Skay se había contagiado de la impuntualidad del Pity, a 3 semanas de hacerle la segunda en el último show de Intoxicados. Pero basta de especulaciones. Se apagan las lucen y el fervor es instantáneo. Así fue como el machaque de Paria abrió la noche, acompañado de los caractéristicos movimientos cuasi felinos del guitarrista devenido en frontman. Con la masa encendida, la apuesta fue redoblada con El Gourmet del Infierno. Los incendiarios riffs mantuvieron la línea zeppelinesca con Meroe y los Sortilegios, adaptando a las circunstancias un tema originalmente acústico como Bye Bye, y acentuando el crudo sonido dentro del viaje que nos invitó a recorrer el propio Skay en Los Caminos del Viento. El comienzo arrollador daba la pauta de donde estabas parado: frente a un tipo que viene rockeando hace más de 4 décadas, con el inrobable lauro personal de haber visto a un tal Jimi Hendrix en acción. 
Volviendo a la Tierra, Mr. Beilinson nos abrazó con un cordial deseo de "Feliz 2009 para todos", y dio paso a Donde Estás?, La Doble Marca y Astrolabio, trilogía que marcó una curva descendente en cuanto a la recepción de la gente. Sin embargo, la fría respuesta duraría poco, ya que el postre llegaría mucho antes de lo esperado: la emblemática Ji Ji Ji sacudiría las baldosas, justificando aquello de "el pogo más grande del mundo". 
De esta forma se bajó el telón de un imaginario primer acto, para que el solista y su grupo se tomaran un impasse de 10 minutos, al igual que los cientos de fanáticos que no paraban de saltar. Momento de baño, porro, cerveza, o simplemente tomar aire (contaminado de sudor, obvio) para encarar la segunda parte con la misma o similar entereza física que al principio.


El regreso triunfal fue con Arcano XIV, electro-rockera pieza de La Marca de Caín. Más tarde, la bella Flores Secas insistía con hacer tronar el Sur del Gran Buenos Aires, seguida de una potente revisión a la última placa solista: El Viaje de las Partículas, Ángeles Caídos y Soldadito de Plomo fueron eficientemente ejecutadas. 
Con el correr de los temas, se acrecentaba la sensación de deslumbramiento en gran parte de la audiencia. No es para menos: la banda suena excelente. Más que oportuno resulta entonces el caluroso aplauso propinado a Los Seguidores de la Diosa Kali, por expreso pedido del jefe. 

Todo muy lindo, pero...¿y el tributo ricotero para cuándo? se preguntaban algunos. Tranquilos, todo llega. Y así fue nomás. Allá La Mosca y La Sopa, el rocanrol agitador de Nueva Roma provocó un estallido comparable sólo con, oh casualidad, No lo soñé
El Fantasma del 5to. Piso, acaso el tema que sobresale del resto por su estructura musical tan cambiante, propició un clima calmo que antecedió al falso final. Sí, en plan "una que sepamos todos", Tal vez mañana y Oda a la sin nombre amagaron con retirar definitivamente al conjunto del escenario.

El bis anunciado se concretó con El Pibe de los Astilleros. Clásico autorreferencial infaltable, realmente. 
Para el cierre, Skay no hizo caso al "una más y no jodemos más", ya que arremetió con 2 canciones más: El Golem de Paternal y Síndrome del Trapecista. Ahora sí, arrivederchi + ovación de despedida.

Con decir "gran show" me quedo corto. Mucho del segundo y tercer disco, poco del primero, y ningún estreno del cuarto. A la salida, las huestes ricoteras se trasladaron de forma numerosa a Finisterre, Pub del palo, dueño de un nombre inmejorable para la ocasión. 
Una pena que no me haya interceptado nuevamente el tipo religioso. De haberme visto entre los fieles, fácilmente identificables por sus animados cantitos y remeras con leyendas alusivas a Los Redondos, se hubiera dado cuenta de que a pocos pasos se había llevado a cabo una verdadera misa.

5 comentarios:

Otto dijo...

Me hubiese gustado mucho ir.

Ezequiel dijo...

No me gustan los discos de Skay, pero en vivo es una masa. Me encanta como se deforma todo, las caras que tira y como suena la banda. Además, es una buena excusa para ir a un recital con amigos del palo.

La Mama de Roman dijo...

Fuiste con el Pollo?

Por que el me habia dicho que iba a ir...

El sabado estoy AHI viendo Guasones, algo parecido a Skay (?)

Lucas dijo...

Salud! Lo que me gusta de Skay es que no se quedó estancado en un estilo, el de su vieja banda, buscó nuevos horizontes y los encuentra en cada disco.
Saludos.

Martin dijo...

hoy lo escuchaba en la radio y por momentos no lo distinguia del indio cuando canta, solo que mas limitado.